‘’Irlanda es una nación más allá de una
isla. Así habrá una nueva nación venezolana donde los protagonistas no
necesariamente vivan todos en el territorio nacional.’’
Georg Eichkoff.
No es primera vez que he hablado
ya de los efectos de la diáspora la sociedad venezolana, y principalmente en
nosotros, los jóvenes. Fue gracias a ello que hace varios meses inicié esta
pequeña travesía de escribir al público, para servir (si es que pudiera
hacerlo) como una perspectiva crítica y de consenso, que permita una forma
distinta de interpretar las situaciones que nos rodean a diario más allá del
choque entre dos puntos de vista antagónicos. Así que dicho esto me centraré a
lo que busco exponer, puesto en lo que a mí respecta, la venezolanidad durante
los últimos tiempos se ha convertido en nuevo y poderoso concepto para con
nosotros mismos y en cualquier lugar del planeta donde se sienta un bandera
estrellada y tricolor.
La crisis generalizada que envuelve a nuestra nación
es algo sumamente impresionante, más allá de la anomia de sus características
si la comparamos con eventos caóticos de similar magnitud a lo largo de la
historia universal, siempre de donde se mire encontraremos que ha afectado
cualquier faceta de nuestra sociedad, en sentido político, económico, ético,
moral, educacional y cualquier otra por las que seguro ha corrido mucha tinta.
A lo cual se le suma, sus dos consecuencias más directas, puesto que son las
que mayor afectan a la población, y estas son la ruina económica y la enorme
estampida de emigrantes que han huido de la catástrofe, y aún con todo y eso,
cuando ellos se van de Venezuela, Venezuela no se va de ellos.
Lo dije una vez más y lo reafirmo, tanto irse como
quedarse representa un enorme sacrificio y valentía por parte de quien lo hace,
y cada uno de nosotros seremos necesarios para levantar a la República de sus
cenizas el día después. Así que sería absurdo si entre un sector y otro surjan
enfrentamientos cuando el contexto trasciende todo tinte político-ideológico o
partidista, ya que hablamos de dos pilares fundamentales de nuestra sociedad;
la familia y el desarrollo personal.
Ni el que se va es un cobarde o un desconsiderado con
el resto de sus compatriotas, ni el que resiste los embates del caos dentro del
territorio merece loas solo por hacerlo. Sí alguno de estos se cree con una
cierta superioridad moral para juzgar al otro por algo tan irrelevante en estos
tiempos como su ubicación geográfica y las oportunidades que esta pueda ofrecer
en un tiempo determinado, sinceramente a mi juicio, está completamente errado.
Dejar atrás posturas reaccionarias cuando no está involucrado en un primer
plano el aspecto político es uno de los pasos fundamentales para la
reconciliación, porque una recuperación institucional y financiera de nuestra
nación sin una debida reconstrucción de nuestro tejido social solo traería a
mediano-largo una nueva crisis o el ascenso fatídico de otro gendarme necesario.
Y mal que bien, que muchos de nuestros hermanos,
primos, padres, vecinos, amigos e incluso amores se encuentren tras los límites
de San Antonio, Maicao, Maiquetía, Punto Fijo, Paria o Santa Elena de Uairen, esto
representa que tenemos la oportunidad de ofrecer todo lo bueno de la
venezolanidad a nuestros hermanos de la América del Sur y el resto del mundo. Puesto
que en cualquier ámbito donde se vea esa banderita y el sueño del libertador,
todo aquel que porte esto (mostrándolo por los cuatro costados, o llevándolo en
el corazón) se destacará, porque como dijo un gran hombre; Venezuela nació para ser líder.
Porque un venezolano no puede ser flojo si se levanta
a las 5:00 AM a tomar el metro o una
camionetica para irse a trabajar o estudiar, no puede ser conformista si
siempre ha aspirado a vivir tranquilo con su familia en una casa bonita y
compartir con ellos el comer un fin de semana, no puede ser desconsiderado y
egoísta si tiene una madre o abuela que al levantarse le tenga su arepa y café
negro recién hecho, no puede ser dócil si en cualquier lugar a donde llega
demuestra una irreverencia efervescente propia de nuestro carácter, no puede
ser una persona sin valores si estos piden la bendición al llegar y al salir,
saluda con afecto y agradece con un ‘Dios
se lo pague’ a todo aquel que lo merezca, y por encima de todo, porque a
cualquiera de nosotros se le puede arrugar el corazón por cosas tales como ver
a un ser querido detrás de una pantalla, darse de cuenta del caos de nuestras
ciudades y gente escarbando entre los desechos sólidos o como nuestra hermosa
Gran Sabana perece ante la ambición de unos grupos de enriquecerse a costa de
los grandes recursos de estas tierras, lo cual dejará una herida profunda sin
duda alguna, pero lo que ha hecho grande a este país no han sido tal medida sus
recursos naturales como si lo ha sido la obra y potencial de su toda su gente a
lo largo de quinientos años de historia patria.
No me cabe duda que todos aquellos aspectos negativos,
si bien en algún punto puedan ser ciertos, el hecho de que reluzcan en momentos
tan adversos como éste, no son más que producto de factores que solo apuestan
por la división y sumisión de nuestra colectividad (y eso es algo sumamente
inaceptable). Claudicar ante estas intenciones representaría un costo enorme
que pagaríamos durante décadas sino se corrige y se toma el rumbo correcto en
la historia, pero creer que estos son irrelevantes o llanamente negar su
existencia nos haría caer en una frivolidad con consecuencias mucho mayores a
las actuales y aquellas que puedan avecinarse.
Porque ciertamente hay buena parte de nuestros
connacionales que son el vivo ejemplo de estos males, y esto se da exactamente
por haber claudicado ante estos intereses siendo que estos les han hecho creer
que vivir en la miseria, la marginalidad y la ignorancia no es problema alguno
bajo un sistema asistencialista y cuasi-utópico cuya bandera sea erradicar los
fundamentos de nuestro tejido social y los valores de la civilización
occidental (bajo los cuales en cada lugar que ha llegado ha dado grandes
resultados) desde un profundo sentido de resentimiento y odio. No tengo duda
alguna, Venezuela se levantará porque es mucho más que los que nos han hecho
creer, nuestra nacionalidad es fuerte y con enormes potencialidades. Muchos de
nuestros hermanos regresarán, a otros sus nuevos hogares les requerirán con
mayor prioridad que su lugar de origen. Y repito, con la debida conformación de
una nueva unidad nacional llegaremos al lugar que nos corresponde, porque en
cualquier lugar del mundo, el venezolano se destacará y será grande.
A Marbelis, por su apoyo incondicional a la distancia.
Comentarios
Publicar un comentario